No hay ni principio ni fin; solo un círculo que nunca termina.

Sí, todo tiene su final, pero ese final viene seguido de un nuevo comienzo. El fin del día es el comienzo de la noche, y viceversa. El fin del verano es el inicio del otoño, cuyo final marca el comienzo del invierno, luego la primavera y así sucesivamente.

Tenemos un ciclo de días y noches que se repite cada 24 horas, un ciclo de cuatro estaciones que se repite todos los años… Y esto que conocemos por “año”, en realidad es una palabra creada para definir el hecho de que nuestro planeta ha rodeado al Sol una vez más.

Todo en la vida es un ciclo.

De niños, estudiamos las distintas cadenas alimentarias dentro del reino animal: el saltamontes se alimenta del pasto, el ratón se come al saltamontes, la serpiente al ratón, y el águila a la serpiente. Pensaríamos que la cadena termina ahí, pero al morir el águila, se descompone y la tierra absorbe sus nutrientes, trayendo a la cadena nuevamente al inicio de todo.

Ese es el círculo de la vida. (*música de The Lion King suena en el fondo*)

Y pensando yo acá como los locos, me doy cuenta de que este ciclo también se refleja en las experiencias que vivimos. No sé si te pasa a ti, pero al menos yo siento que vivo las cosas una y otra (y otra) vez. Siento que vivimos continuamente las mismas situaciones, emociones, retos y lecciones, pero las vivimos cada vez con un nivel de madurez distinto.

Tal vez las cosas nos pasan tantas veces para que aprendamos de ellas lo necesario para seguir adelante; y nos van a seguir pasando hasta que entendamos la lección. Digo, esto solo es mi teoría…

Hay experiencias buenas que nos dan las herramientas para lidiar con situaciones similares en el futuro. Con este reciclaje de experiencias se crea un ciclo que nos ayuda a crecer poco a poco.

Pero también hay experiencias que solo nos provocan ansiedad, estrés e inseguridades. Estas no nos sirven para nada.

El secreto para navegar estos ciclos de vida, entiendo yo, debe ser escoger cuáles son las experiencias que nos enriquecen y añaden valor a nuestra vida, y valorar estas más que a cualquier otra. Aquellas que no nos traigan nada positivo, las botamos.

Llegará un momento en que te vendrá bien aplicar algunas lecciones del pasado a situaciones futuras. De eso se trata el ciclo. Si la experiencia te sirve, úsala y reúsala para seguir hacia adelante abriéndote caminos en la vida.

Pero lo que no sirve, no lo recicles.