Boyhood (2014) cuenta la historia de un joven, desde su niñez temprana hasta que llega a la universidad. Eso es todo. 

Aún así, es considerada una de las películas más ambiciosas de la historia.

Escrita y dirigida por Richard Linklater, la película muestra las altas y las bajas de pasar de niño a adolescente —y de adolescente a adulto—, a través de los ojos de un niño llamado Mason Evans, Jr. (Ellar Coltrane), sus padres (Patricia Arquette, Ethan Hawke) y su hermana (Lorelei Linklater).

Fue grabada durante un lapso de 12 años con el mismo elenco, lo que nos permite ver a Mason crecer en pantalla ante nuestros propios ojos. Nos lleva en un viaje por la vida de esta familia sin una estructura en particular, mostrando fragmentos de la vida cotidiana a través de viñetas, comenzando desde sus seis años hasta los 18.

Universal Pictures

Aunque el punto de venta, o “gimmick”, que más sobresale sobre la película es su largo tiempo de filmación (con lo que por cierto, hicieron historia), pienso que este no es su punto más fuerte. Ese galardón, irónicamente, se lo doy a la trama de la película, por su excelente uso de una cotidianidad casi mágica. Ver a Mason atravesar por un camino donde esperan padrastros abusivos, cambios de escuela, pérdidas de amistades, incertidumbres y decepciones, entre otros, nos transporta a nuestra propia niñez… O, como mínimo, nos provoca una empatía profunda con el personaje.

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Sin duda alguna, Boyhood es un éxito por su habilidad de conectar emocionalmente con la audiencia. Mientras vemos crecer a los personajes, nos vemos a nosotros mismos. Es un largometraje lleno de momentos que, aunque no hayamos vivido personalmente, nos evocan emociones y sentimientos que nos hacen revivir nuestra infancia.

Al final, acompañar a este personaje en su búsqueda de sí mismo y de su lugar en el mundo, verlo encontrar su pasión—y ser inspirados a encontrar la nuestra—, es lo que hace de esta obra una inolvidable.

Nota: Esta reseña se escribió como tarea para mi curso de redacción, donde se debía escribir un artículo de 325 palabras exactas. Obviamente, este límite no es suficiente para analizar una de mis películas favoritas, por lo que, sin duda, retomaré esta reseña en un futuro.
¡Gracias por leer!