Siempre detrás del bonche

Caminando por Plaza las Américas, algo me llamó la atención.
Andaba por el segundo piso, acercándome al atrio central, cuando comencé a ver mucha gente asomada en el balcón, mirando hacia la tarima del primer piso.
Algunos de los que iban caminando por el pasillo, al ver tanta gente mirando, se acercaron a mirar también. Yo no tuve otro remedio que unirme a ellos.
Lo que vi al asomarme no era gran cosa. Había una tarimita y lo que parecía ser un desfile de moda a pequeña escala. Los modelos atravesaban la “pasarela” de 10 pies de largo con solo cuatro pasos, y las muchachas casi no podían dar la vueltita que dan cuando llegan al frente, porque no había casi espacio.
Me sorprendió un poco que hubiera tanta gente mirando. No tengo nada en contra de los desfiles de moda, pero honestamente, este no tenía nada especial que ofrecer.
Sin embargo, la gente seguía llegando a mirar.
Después de un minuto me fui. Verdaderamente no había nada interesante allí, y esto lo digo con toda la seguridad de que un aficionado a la moda pensaría lo mismo.
La gente seguía acercándose; no podía descifrar por qué.
Luego recordé que yo fui uno de los que se acercó a mirar como todo buen presentao’, y me reí de mí mismo.
Aquí fue que me di cuenta de lo que pasaba. (Y, por supuesto, aquí también fue que me dije “¡Eso es! ¡Ya tengo de qué escribir hoy!”)
La gente no estaba ahí necesariamente por el desfile. La gente estaba ahí para averiguar qué rayos era lo que tanta otra gente estaba mirando.
Probablemente todo empezó con un grupito pequeño al que sí le interesaba ver el desfile, luego se fueron uniendo curiosos hasta que abarrotaron el balcón, todo por averiguar qué era lo que la gente estaba viendo.
Cuando las cosas llegan a este punto, cualquier cosa parece ser más importante de lo que realmente es. Si todo este corillo parece estar interesado en esto, es porque debe ser algo bueno… ¿Verdad?
Esta es la misma lógica que hizo que nuestras mamás nos inundaran la infancia con un “Y si el grupito se tira por un risco, ¿también te vas a tirar?”
Siempre estamos detrás de lo que hace el bonche. Si lo hace el bonche, es cool. Si a todo el mundo le gusta, a mí me tiene que gustar también.
Por pensar así es que hay tanta música mala en la radio, tantos libros mediocres en las listas de best-sellers, y tantas modas sin sentido por todas partes.
No todo lo que es popular es porque es de calidad; yo fui testigo de eso hoy. Quizás nos vendría bien alejarnos un poquito del bonche de vez en cuando.