“Ay, ella siempre ha sido así, pero en el fondo es buena persona.”

“Tú lo ves así, pero él es bien simpático en el fondo.”

En el fondo, en el fondo, en el fondo

¿Por qué justificamos tanto a la gente cuando sus acciones muestran todo lo contrario? Una acción dice más que mil palabras, no hay justificación que valga en nuestra defensa si esa acción no es la correcta.

Somos lo que hacemos. Nadie es nada “en el fondo”.

Al igual que yo no puedo decir que soy escritor si no escribo, nadie puede decir ser algo si no lo demuestra con acciones. Por ejemplo, si acostumbras a saludar, sonreír, y ser cortés con la gente, entonces eres amable. Lo demostraste con tu manera de actuar; nadie le tuvo que decir a nadie “fulana es amable en el fondo”, porque tus acciones hablaron por ti.

Otro ejemplo: Si pones los intereses de los demás por encima de los tuyos, y pones tu granito de arena para que alcancemos un mundo mejor, entonces eres buena persona. Tu acción demuestra lo que eres sin la necesidad de hablar.

Esta es la cosa… Si de verdad alguien es “buena gente”, no tendríamos que estar buscando esa característica “en el fondo” de nada. Si hay que irse de pesca en el estanque turbio de tu personalidad para encontrar que eres alguien decente, pues quizás… posiblemente… no seas tan bueno na’.

«(No te estoy atacando a ti personalmente. A ti que estás leyendo esto: no tengo la más mínima duda de que eres excelente persona. Pero, tú me entiendes, ¿verdad?)»

De la boca pa’ afuera, todos somos buenos, pero no es la boca lo que nos hace. Nuestra acción es lo que verdaderamente somos. Auto-evaluémonos y veamos si en realidad somos tan buenos como pensamos; si es verdad que nuestras acciones dicen de nosotros lo que alegamos.

Reconozcamos que somos lo que hacemos, y dejemos de usar la frase “en el fondo” para justificar a quienes no pueden respaldar con acciones concretas lo que aparentan ser.